La resurrección

¡Hola, queridos bananeros!

Contra todo pronóstico, HEMOS REGRESADO.

Mermados, eso sí. Hemos vuelto a ser tres. Pero esa es una larga historia.

Me tomo el tiempo de escribir estas líneas tan solo para dar una breve explicación acerca de por qué "se discontinuó" tan abruptamente la versión precedente de nuestro blog. Si no lo hago, seguro que varios seguidores que nos reencuentren van a preguntármelo y mejor no perder tiempo, juas.

Lo cierto es que hemos sido víctimas de una especie de hackeo, por llamarlo de alguna manera. Pero tenemos serias sospechas de que la violación simultánea de nuestras cuentas se produjo desde nuestra propia casa, a manos de alguien con conocimientos en sistemas, que suponíamos de nuestra entera confianza y se esfumó de nuestras vidas después de la traición. En muy poco tiempo (en el transcurso de una noche) esta persona ingresó en nuestras computadoras (sí, ¡en las de los cuatro!) y, luego de cambiar las contraseñas respectivas, procedió a dar de baja tanto las cuentas de correo como nuestras cuentas en las redes sociales. Las únicas que se salvaron de ser cerradas fueron una cuenta de Instagram de Thiago y un Facebook de Fede a la que ni él mismo puede acceder desde hace tiempo. Las demás cuentas, todas fueron cerradas. Y nosotros perdimos todo acceso a ellas al haber cambiado las contraseñas. Obvio que hicimos la denuncia correspondiente en Google pero nunca recibimos una solución. Por alguna razón, el blog no fue eliminado, pero quedó a la deriva ante nuestra imposibilidad de acceder a su actualización. También eliminó gran parte del material que guardábamos en nuestras máquinas para futuras publicaciones, así como también archivos personales que eran de gran importancia para nosotros. Suponemos que no formateó los discos duros porque no le debe haber dado el tiempo. Por fortuna, no intervino en nuestras cuentas bancarias (hasta donde sabemos), pero igualmente los primeros días fueron de gran incertidumbre a ese respecto y nos vimos obligados a tomar todas las medidas de seguridad para evitar riesgos financieros.

No sabemos qué bicho le picó a este chabón, pero lo suyo fue absoluta maldad, destruyendo de un plumazo el trabajo de siete años. Está bien, no es un delito aberrante ni ha muerto nadie, pero sí puedo asegurar que uno queda con una sensación de impotencia y vulnerabilidad que es difícil de superar. De hecho, en un primer momento, los cuatro decidimos que BANANAS ya no regresaría, que ya estábamos hartos de que, cada tanto, suceda algo que nos obliga a volver a empezar. Pero ya ven que somos de corazón blando, juas.

Y en el medio, el más chicuelo de los cuatro tomó la decisión de abrirse de la relación. Pero los pormenores de esa historia, por supuesto, quedarán resguardados en el secreto de sumario, je.

Por lo pronto, aquí estamos otra vez comenzando de cero. ¿Hasta cuándo? ¡Chi lo sa! Pero quería regresar en esta fecha en que se cumplen exactamente QUINCE AÑOS de la primera publicación de mi querido y siempre recordado BANANAS EN LA CAMA. ¡Un brindis por ello!